Desde que comenzó la Copa del Mundo, Al Alí y los hombres con quienes trabaja realizan 500 recorridos en la mañana y otros 500 en la noche; la compañía, que tenía 15 camellos, cuenta ahora con 60, indicó.
Por Lujain Jo y Suman Naishadham
MESAIEED, Qatar (AP) — Shaheen se estiró en la arena y cerró los ojos. Pero había poco tiempo para que este camello descansara.
Los aficionados que asisten al Mundial visitaban en grandes números el desierto cercano a Doha, y estaban listos para su momento perfecto en Instagram: una foto mientras montaban un camello que recorría las dunas ondulantes.
En momentos en que Qatar recibe a más de un millón de aficionados para el torneo de un mes de duración, hasta los camellos están trabajando horas extra. Los visitantes, en números jamás vistos en este emirato, van cumpliendo con la lista de actividades recreativas que tenían previstas entre un partido y otro: Montar un camello, tomarse fotos con un halcón y pasear por los callejones de los mercados tradicionales.
En una tarde reciente de viernes, cientos de visitantes con camisetas de fútbol o envueltos en las banderas de sus países esperaban su turno para subir a la joroba de los animales. Los camellos que no querían ponerse en pie eran obligados a hacerlo por los trabajadores que los manejan.
De pronto, un camello emitió un gruñido sonoro.
“Es como si estuvieran abusando de ellos”, dijo una turista australiana.
Cerca de ahí, un grupo de mexicanos con túnicas blancas y turbantes típicos de Qatar se tomaban selfies.
“Esto es realmente asombroso, porque te sentís muy alto”, dijo tras su recorrido Juan Gaul, visitante argentino de 28 años, quien reside en Australia y pasaría una semana en Qatar.
Los dueños de los animales buscan aprovechar la oportunidad abierta por el Mundial. Gracias a ésta, han multiplicado sus ingresos normales.
“Hay mucho dinero que llega, gracias a Dios”, dijo Alí Jaber al Alí, pastor beduino de camellos, quien tiene 49 años y proviene de Sudán. “Pero hay mucha presión”.
Al Alí llegó a Qatar hace 15 años, pero ha trabajado con camellos desde que era niño. En un día laborable promedio, antes del Mundial, su empresa ofrecía unos 20 recorridos diarios. El número se elevaba a 50 diarios el fin de semana.
Desde que comenzó la Copa del Mundo, Al Alí y los hombres con quienes trabaja realizan 500 recorridos en la mañana y otros 500 en la noche.
La compañía, que tenía 15 camellos, cuenta ahora con 60, indicó.
“Los guías de turistas quieren que todo se mueva rápido”, dijo Al Alí. “Y eso nos presiona más”.
Mientras una multitud se arremolinaba en derredor suyo, muchos camellos permanecían sentados, inmóviles, con bozales y sillas refulgentes. El olor de sus excrementos invadía el aire.
Como a la mayoría de las culturas del Golfo Pérsico, los camellos proporcionaron alguna vez a los qataríes una forma vital de transporte y ayudaron en la exploración y el desarrollo de rutas comerciales. Hoy, su participación se relaciona más con el entretenimiento. Las carreras de camellos son un deporte popular que se lleva a cabo en viejas pistas cerca de la ciudad.
Al Alí dijo saber cuando un animal está cansado —habitualmente si se niega a levantarse o si se sienta de inmediato. Puede identificar a cada camello por sus rasgos faciales.
“Soy un beduino. Vengo de una familia de beduinos a quienes les importan los camellos. Crecí amándolos”, relató.
Pero el aumento repentino en el número de turistas implica que hay menos tiempo para descansar entre un paseo y otro, reconoció. Un recorrido corto dura unos 10 minutos, mientras que los más largos llevan 20 o 30.
Normalmente, un camello puede descansar después de cinco recorridos.
“Ahora, la gente dice que no podemos esperar... porque tiene otros planes y no puede quedarse a la mitad del desierto”, contó Al Alí.
Desde que comenzó el Mundial, los animales realizan de 15 a 20 recorridos sin descanso. A veces, éstos pueden llegar a 40.
La jornada laboral de Al Alí comienza alrededor de las 4:30 de la madrugada, cuando alimenta a los camellos y los deja listos para los recorridos. Algunos turistas llegan antes de la salida del sol, con la esperanza de fotografiar el amanecer perfecto, dijo.
“Así, hay que trabajar con ellos y tomar fotos para ellos", explicó.
Del mediodía a las 2 de la tarde, los manejadores y los camellos descansan. “Luego, comenzamos a prepararnos para la batalla de la tarde”, dijo.
Pero no todos los visitantes están encantados con la experiencia.
Pablo Corigliano, agente de bienes raíces, llegó de Buenos Aires, y dijo que esperaba algo más auténtico. Las excursiones comienzan en una franja desértica a un lado de la autopista, no muy lejos de la ciudad industrial de Messaieed y de sus vastas refinerías petroleras.
“Yo esperaba algo más salvaje”, dijo Corigliano. “Pensé que cruzaríamos el desierto pero, cuando llegué, vi un típico punto turístico”.
Poco después, Corigliano y un grupo de amigos andaban buscando un vehículo buggy para surcar las dunas del desierto.